PREFACIO
Concertato es un término de la música barroca que se refiere a un género o estilo en el que un grupo de instrumentos o voces comparten una melodía, generalmente en alternancia, y casi siempre sobre un bajo continuo.
Tópica es la parte de la retórica que contiene el arsenal de ideas o argumentos con los que el orador piensa y organiza su pensamiento. Es un conjunto de tópicos, lugares comunes, es decir, ideas susceptibles de ser utilizadas en un discurso.
Correlato objetivo es hablar del yo mediante el otro, es decir, expresarse de modo indirecto, refractándose en personajes o situaciones de la historia de la cultura mediante analogía.
Si entiendo el texto como el lugar donde uno se interroga sobre su propia ficción, Concertato, siguiendo los tres conceptos mencionados, ejecuta una interpretación de mi ideología mediante el uso del vocabulario de otro (el poemario Dibujo de la muerte, de Guillermo Carnero, de 1967), su arsenal de formas, su maniera, que sin duda elijo por serme cercana, sobre un bajo continuo igualmente fraternal —la muerte, la ruina, la belleza destruida, cadáveres y rosas, dice Carnero; y no menos importante, la inutilidad del lenguaje, de la obra para salvarse —algún día leí que Kafka excavaba su tumba escribiendo—, todo ello, base de mi trabajo artístico en diferentes formatos expresivos.
Es Concertato, un homenaje de agradecimiento al hermoso libro de Carnero. Si no lo hubiera sentido así, mis ojos no se habrían pasmado tanto tiempo sobre él. ¿Es una variación, un collage, una lectura, un plagio, una apropiación, una tensó, una remezcla, un détournament…? Todo será, supongo, y, antes de nada, un vocabulario, un diccionario, pues es mi tópica y mi correlato objetivo de base. A partir de ese libro, de su forma, construyo el mío, convergente, divergente, paralelo o perpendicular, otro texto, espejo y cristal a través del que desplegarme.
Encuentro su texto, de apariencia cerrada, en el cuadrángulo de la página. Sí, es un soporte, como la flor lo es de su perfume, forma y contenido. Y, sin embargo, no elijo al azar: lo que allí entreveo me toca como un reflejo. La palabra resuena en mi cabeza (la palabra que no se lee, no existe, soy lector/observador) aunque no la pronuncie, no toque el aire. Basta la mirada para que resuene en mi caverna craneal. Ese sonido es arte sonoro, música concreta, antes que discurso organizado. Antes de nada, es sabor.
Este forzamiento de las relaciones a partir de un diccionario preestablecido, mas no agostado, es el reto que me he propuesto. No he buscado ser abstruso, sino componer a partir de los materiales de otro, un nuevo cuerpo —¿Frankenstein? —, que en algunos casos seguirá el espíritu del original, su contenido, y en otros irá en otra dirección surgida a la contra, en el bloqueo o el malentendido, empujando a la pobre niña al río, como una flor más, del deseo, sin mala intención.
Pájaro demasiado hermoso
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He extendido mi horizonte
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Falsa muerte para una vida
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Concertato. Teoría del poema
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Losanges. La gracia y el engaño I
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Losanges. La gracia y el engaño II
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Losanges. La gracia y el engaño III
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Misterio de agua y niebla
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Capricho II. Elogio del silencio (sic)
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Oficio de encierro, o arquitectura de la soledad
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La ceniza del nombre o los harapos de Beatriz
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Piazza. La forma y el límite
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Brilla al tiempo que se desvanece
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Extinta dignidad. Fascinante sudario
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Loores a mi dama, mientras la usura marcha sobre el mundo
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Tras el cerco de la vida
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