Brilla al tiempo que se desvanece1, seda
la víbora. El sol
el filo emerge entre las sienes juncos
púrpuras como gotas de helado, desnude.
Bruma, desciende
tu súbita antorcha entre los sauces
al roce de la luz en el pecho.
Un concierto de caballos
desgarre en las palomas
el nácar virgen de tus pies sin sangre,
ambiciona, laureles y escamas, y teme
los azules del frío cielo.
Tiñan sus gargantas
las llamas del arroyo
con plumón preso por el rayo
y laven sus garras los árboles, en el mar de tu piel.
Pronto caerán fulgores, en hilera,
como luciérnagas masacradas por el oro,
y solo una antorcha de espuma guardará tu nombre
como guirnalda plateada,
al tiempo que una daga
de mercurio se desvanece
en la pupila curva de las flores.
1 Brilla al tiempo que se desvanece: Maurice Blanchot (cita perdida).