tratando de ser poeta
con la cabeza llena de fetiches
mirando mi mano abierta
como si fuera la verga
y diciendo lo que tú dices
sin moverme de mi espanto
de mi cueva
de mi silla
duplicado en la habitación
en que soy hombre y dios
—je suis l'ombre—
ojo y espejo, río
sed y cobardía,
no cabe mayor alegría
que estas palabras como púas
como grito de acantilado
como eco que se aleja de mí
y que cuando reaparece,
pródigo,
desconozco y confundo
como una foto a traición
como una vida sin dueño