yo hablo del después
de cuando la muerte me ignore
y ya no sea hombre, peste,
clase baja—y menos puta clase media—
español sucio cliente,
yo hablo del después que me une al perro sin raza
a la piedra, al olor de tu vientre
y a ese trozo de madera
que aparece en la playa, traído por la resaca,
y en que ya no puede ser leído
el nombre de la embarcación
—¡ah, Mesenktet varada!—
yo hablo de los ojos abismados
de esa tabla sobre la arena
quemada por el sol
y del signo de admiración sobre su cabeza
que ya perdió la memoria
de todas las estupideces que
la democracia colgó en su cuello
yo hablo de esa necesidad de nada bajo el sol
y todo a partir de entonces,
yo hablo del después que la muerte me ignore,
del que yo sea la muerte
del que yo sea la arena
del que yo sea la piedra del no desear,
y abismarme como ojos
que ruedan sobre pechos de tierra
después de esta agonía administrada
que dicen vida del capitalismo,
esta mierda funcional
yo hablo del después de la palabra,
de ese silencio solar
que solo puede ser abarcado por el ojo
como un espejo
quizá, ciego seguramente, el ojo
la locura —jano de la niñez—
o el poema que no dice nada
como el ruido de las tripas
o el latido de un perro que mira el horizonte
cuando siente el hambre