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Violentamente dulce

“y sueño (…) que este cuento es cierto.”
LEOPOLDO MARÍA PANERO

yo soy un Berht Hraan,
lustrado cuervo negro



al tiempo que devora las palabras
el verso lleva su máscara a mi boca,
y cae el agua sobre mi cabeza
y veo una cara reflejada

hombres y mujeres celebran el día
contra el Mar, contra la Noche,
contra una canción que es un ruido
que en el hueco del abismo
cantara un cuervo de voz humana,
un cuervo que hablara para oírse decir
cuando con los ojos cerrados
presiente el frío acercarse

ese miedo ante la elisión
o ante una negación cualquiera
en que la imagen oscila y transparenta
y las manos esperan la caída,
—el cuerpo contra la tierra—
ese miedo es
un ángel de brisa que acaricia mi pelo
al ver las palabras caer vencidas,
y desaparecer

un temblor de alcohol ampara el eco
cuando mi ser destila en voz
porque único verdadero dios
es la palabra
que delante del espejo es nada
y al amanecer nadie recuerda,
único dios de nada es la palabra
que cayó sobre mi cabeza
—lúbrico sueño de abril—
violento dulce y veneno,
el nombre