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Veintitrés clavos

Nada hay más atractivo que el enigma
Más doloroso, más cierto,
Entre los dedos se escapaba el agua
Palacio de invierno
Aturdido olor de un piso vacío
En que sufren las mujeres
Mínima expresión del espacio
Donde los hermanos jugaban al amor
Luz anodina de unos pies cansados
Lustre de la hoja mirada por el sol
Alimentando la fiel rutina
Entre los pétalos un incierto temblor
No mesurable, como una esfera
O un choque eléctrico, aliento espeso
Que resta de mí, de mi posesión
Más que los clavos los remaches
O el acorde del diablo que tanto atino
Más allá de la esquina del día
En el cruce de caminos caen
Las palabras, lúcidas palabras que nada
Significan, notas que recuerdan una mano
Que no es mía
Un sabor o cualquier detalle
El más completo desconocido
La más profunda incomprensión
Pescado congelado o hielo en el mar
Veintitrés clavos por clavar
Grietas en la página en blanco
En el banco del parque o la fuente
Donde niños ahogan avispas
Y barro, barro de la ciénaga de la vida
Donde repta un hombre y nace
Buscando el verso, el qué, el nombre
Al menos expuesto
Como herida o beso
Divagación
De barro y paja
Bálsamo para el temblor