el paraíso artificial de la vida
la mano de obra
el agujero duro en la pared
las flores fingidas
…
la carne roja de la tierra
mis dedos penetrando su arcilla
blanda y húmeda carne
la vida indiferente, invisible
…
tu cuerpo desnudo, tierra,
la máxima intimidad
los medios artificiales, los tubos,
madre
la vergüenza
madre e hijo vueltos a encontrar
…
mi tierra eres tú,
deshaucio del cuerpo que me alejó de ti,
pecho
tierra revuelta
sin obra ni cemento,
ni cielo ni infierno, ni dios ni juicio,
arcilla roja como un vaso que
se hunde en el mar,
piedra y cristal arañando mi ser
y hurgar la herida, bajo el sol
de un cálido invierno hurgar la herida
a los pies del pastor,
como un perro que se deja morir
ante su compañero
escarba para ocultar su alma,
desnudos como aquella noche
padre, madre, hijo
la vida, como la luz,
se filtra hacia abajo,
la lluvia, el gusano, la raíz
tierra–madre de mi espíritu
flor de ceniza que el viento trae a mi boca,
rescoldo gris
leche
¿qué es el rito?
¿qué es el símbolo?
¿qué es la muerte?
ahora soy un perro sin dueño
y arrodillado a vuestros pies
oigo musitar la suerte entre mis dedos,
contra el tiempo, pronunciándote
como alfabeto de mi memoria,
como fértil ceniza de mi árbol
en el desierto de lo real
gracias,
pero, dime
¿qué es el poema,
madre,
qué es el poema!