Algunos días me siento frágil, como una hoja atrapada entre las páginas de mi vida.
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El ruido de fondo de la música grabada sin calidad, la situaba en el mundo, la hacía débil, efímera, humana:
como una hoja arrojada al asfalto por el otoño,
como un defecto en un cuerpo bello,
como el lado inseguro del ser humano seguro de sí,
como una pluma en el mármol,
como el agua echada al fuego del incendio,
como una fotografía pisoteada en la acera,
como una raíz que revienta el pavimento,
como un hombre llorando, sin pañuelo.
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Un portazo (fortissimo) de la Puerta del Portal, coincidió con la nota más suave (pianissimo) del Scherzo nº 2 de Chopin.
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A veces me ahogo como un váter.
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Un burgués es un ser humano que tiene consigo mismo, exclusivamente, un compromiso económico.
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Ella esta leyendo en el vagón del metro.
Al mirar hacia algún lugar descubre a un amigo del pasado.
Charlan amistosamente a treinta centímetros y...
¿cuánto tiempo?...
El llega a su estación.
Ella queda sola y pálida con su libro. Intenta retomar la lectura pero no puede. Cierra el libro y, casi, los ojos.
¿Qué ha pasado? Una historia que no conoceré. Un secreto. Algo se ha roto.
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Enajenado, grita en la calle principal las palabras, lo único que le han dejado los hijos de la gran puta autoridad que, cien metros antes, reían a manos llenas de fascismo y fin de semana.
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El artista mercader hace el camino contrario del Neanderthal: éste pasó del trabajo para la utilidad al placer del juego.
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En alemán, árbol se dice baum... y luego excavadora.