yo no sé de antemano
si mi personaje vivirá o morirá
más allá del polvoriento orgullo del poema
en la mitad de la visión original,
yo solo soy ese estado abierto
como la boca del monstruo o la tumba
que devora este cuento de vida y salvación,
la fortuna no existe
solo existe la estupidez del neutrino
la estupidez de la gota de lluvia
la estupidez de la palabra que cae
desde la boca del alunado
contra mi cabeza, penetrando mi hueso
mi carne, mi orgullo,
lo verdadero es bello
lo verdadero se abre camino
atravesando los cuerpos y los estados
y mi personaje reza arrodillado
contra la física de la lluvia
como un animal que mira y no entiende
la caída de la noche
la mirada de la luna
a partir de palabras de Félix J. Caballero en su Prólogo a Tempesta di mare.