soy Marion Crane, nada he robado,
un pájaro negro merodea a mi lado
y la luna me mira y parpadea sobre el motel,
la luna que está en el cuarto de baño,
el pájaro muerde mi labio y la luna me escupe,
se vacía contra mi cuerpo
con su gran ojo en blanco
—Aquí solo vienen los que se equivocan, —dice,
soy una grulla blanca, mis ojos caen,
el cuervo negro besa mi cuello largo
y la tinta se derrama en el ojo,
imagen negra de tinta,
ojo abierto a la nada,
el pájaro negro escribe con su ala
el diario de mi cuerpo
y sugiere cosas horrendas con la mayor delicadeza,
planea en la habitación
el silencio de mi boca abierta
el pájaro es dios
un animal que canta embrutecido
una mano que escribe
y dibuja en mi espalda el mapa del infierno,
estoy encerrada en el vidrio de sus ojos
en la lencería absurda que le ofrezco,
hay tinta en las paredes y entre mis dedos,
tinta que no dice nada
porque nada puede decirse
porque el cuerpo es nada
y el cuervo es la palabra
yo soy la grulla blanca,
tengo la llave que cierra el ojo,
el ojo de la luna en blanco
como la de aquel perro silencioso