ve cómo se derrama la imagen,
cómo se pudre su piel fina,
cómo, desde su insobornable unidad,
el cielo se abre
a una familia de gusanos
que desde el agujero roe la herida
ve cómo se descompone la manzana de Eva
en bellos gusanos azules de su ano,
cómo se revuelve la mentira de su cuerpo ordenado
para afirmar su presencia en el fin
toda su profundidad en la superficie naufraga,
casca como un huevo
y un humo negro destila virutas vivas
de carne nueva sin bautizar,
golosina canibal
canto el recuerdo de aquella imagen
que ya entonces era falsa,
mentira sobre mentira,
y los gusanos de mi mano
recorriendo aquel cuerpo desnudo y plano,
queriendo descifrar un ciego
el placer de los espejos
canto en este esputo negro
al enigma de la imagen, a Chirico, a Magritte, a Lynch,
al dolor del ser,
a aquel cuerpo que roído desde dentro
alienta su desaparición en una semilla de plata
sobre un asiento de terciopelo rojo
la imagen duerme en su interior
como el ser en la palabra se funde,
espejo para un ciego,
esputo del ser,
yema
En el desierto de la imagen creemos ver un oasis, hasta que alguien te dice que no confíes es tus ojos sedientos (secuencia de Twin Peaks, temporada 3, capítulo 16, de David Lynch).