como una enfermedad,
como una vida,
una palabra reenvía a otra,
un sentido a otro sentido,
Deleuze a Panero,
un hueso roto cambia el movimiento
o el paso de los días tuerce el gesto,
cuántas veces habré dicho palabra
sin decir nada,
como se menta a dios o el alma,
cuántas veces me habré mirado en el espejo
y no habré visto nada,
como si mi propia cara fuera el espejo
y en el encuentro no hubiera nombre,
mente, cuerpo, frontera,
sangre que se mueva en el mirar
hundido en la palabra
en el chapapote de la noche sin luna
o en la sal dura del mediodía
el silencio es la única sustancia
que me arropa sin existir,
la única sustancia que aún así
no arroja sobre mí la sombra,
la duda de vivir,
el silencio es sí mismo y revés,
como una enfermedad es
muerte y vida,
como el tiempo es ahora y luego,
y antes, aún sin pronunciar la palabra,
que siempre es ahora, ya y después
la luz y el aire guían
y yo vivo en el engaño, si es que vivo,
de creer que todo es palabra,
que llega, que cerca y detiene el día,
la página, la bola de pinball,
la mano,
y me nombra huérfano
como el primer pez que salió del agua
arrastrándose,
sin brazos, sin aire,
rajándose el vientre en la piedra,
para abismarse en la conciencia
y encontrar la palabra, delante,
donde yerran los espejos