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Sé que conmigo no tendré paz

—página de un diario—

Una actividad privada de medios y
razones para actuar suspende el tiempo,
(…) lo desvincula de la realidad.
Michel Surya, a propósito de G. Bataille



    Roto el vínculo con la realidad,
—¿existió alguna vez?—
el propio ser es, aquí, solo un huérfano aroma
consciente de sí, mas, encadenado a su impertenencia.
Nadie le conoce por sus tropelías o milagros,
y ante el espejo del poema, se extraña,
—¿es él parte de esa realidad abandonada?
¿hay acaso otra realidad que habitar?—
¿Qué es el poema,
roto el vínculo con la mano que le condena?
    Sus palabras son ahora encontrado azar,
piedras de apariencia metódica, pájaros girando en círculo
esperando comunidad
que sugieren algo semejante a un sentido o un quizás,
quizá,
pero palabras, al fin y al cabo:

—¿Esto hizo alguien?
¿alguien dijo qué?—

    La soledad del vampiro ante el espejo
es la medida del alma que desaloja,
una melancolía de madre frente al hijo,
la voz del sujeto en el exilio interior, y su eco,
en que el cuerpo desaparezca al fin y, libre
de reconciliación, intente diluirse como un hedor de cueva
y deje de buscar el reflejo en la realidad,
en cualquier realidad.

    Reinar o morir, dijo la mano de Saint-Just,
levantando su propia cabeza del cesto, como un Saint Denis,
y oteando la carnaza
opuesta a la flor.
La plaza estaba llena, y el griterío
no permitía la Palabra.
Sintió una gran ausencia, y un aire de cristal en la mejilla,
y vio, por primera vez, lejos de su cuerpo y de su vida,
el poema como una mueca para nada,
y como un último espejo, recordó
la Zona Fantasma girando en el espacio eterno
de un vacío que
       nunca fue tal.