—a propósito de Jackie, de Pablo Larraín
(contraluz, mujer, ventanal)
—lo que se ha escrito es
todo lo que tenemos—
contra la memoria, sobre la memoria
la implacable simetría del poder
la mística del pueblo y la persona
—El que vendrá—
el actor, la actriz
cada uno en su papel, infielmente
las grandes lámparas caerán
sobre sus cabezas ciegas
y los ojos de cristal rodarán por el suelo
pisoteados por la multitud,
la simetría en los rostros
la simetría en la bala
la asimetría en la muerte
el sonido de los pájaros o
el rumor de la ola
el ojo abierto en el cráneo
el vaso canope derramado
por fuera Dior, por dentro rosado
la perplejidad del último momento
el ojo hendido
mancha la simetría del tejido,
la lluvia es cristal de tiempo
y cama de muerte es la seda
dormir es volver donde no se vela
hincando los tacones en el barro
las piedras
en que se escribe el nombre
que la lluvia palidece
la lluvia de nuevo
blancas columnas de hielo
mácula sobre Dios, y en él,
la bala, mágica
como el reflejo en el cristal
me perdí en algún momento
entre la actuación y la realidad,
dice, en un brote del lucidez,
los dispositivos duran más
que las personas