quién eres, padre
dónde empezaba tu frontera
dónde tu tesoro
quién vivía en tu cabeza
mientras jugábamos a la pelota
en parques desolados
Lepanto, Atenas,
parques de clase obrera
cómo acceder a ti
todo era otoño, así lo recuerdo,
hojas cayendo sobre nuestros pies
bancos de madera
mañanas, tardes, sin horario,
tus palabras quedaron en las hojas
y el viento es de fuego
modelo de humildad
compañero de juegos
qué he aprendido
todas aquellas horas
en parques desolados,
Sabatini, Vistillas,
maravillosos y tristes parques
tu y yo perdidos
esa soledad compartida
esa sensación de estar de más
de ocupar un lugar sin sentido
de ser un verso suelto que muere
bajo los pies del día
mitad sueño, mitad herida,
en los parques desolados
de una sociedad sin nombre
recuerdo tu presencia
todo tu tiempo para mi
y olvido tu voz
quién eres, padre,
bajo la tierra de mi recuerdo