que no es del silencio
sino de las palabras
de donde he surgido,
de las bocas abiertas y su lengua,
de su aliento expulsado,
del acuerdo del sentido
donde nada lo tiene,
de un andamio de saliva
que se agita ante el vacío
palabra sobre palabra
ha emergido
refutada, compartida,
desfigurada o besada,
palabra reciclada como el azúcar
de este cuerpo que lleva mi nombre,
de esta construcción
que algún día fue piedra de castillo
o piel de rata de alcantarilla
no hay texto en mí
que no sea de otro,
transfiguración de materia
que quiere hablar,
que quiere nombrar para ser
y estar
fuera del silencio,
soy una fantasía que anda
en la galería de los espejos
nace la consciencia,
en un centro
donde algunos reflejos convergen,
ahí,
la temperatura y el gas giran
y algo bulle, algo rumia,
algo como un fantasma
que dice ser
y llora
el poema no es nada
y no es silencio pues se agita,
pero lo que es no es sí
sino todo lo que es fuera de sí,
todas esas palabras o vísceras
prestadas por un tiempo
bajo un seudónimo
para una ficción
una parodia