Derrochamos sangre virtual que, fracasa
en el presente
en nombre de aquello mismo: el derroche, y
la resistencia en una tierra que,
literalmente, no es nuestra,
rendidos ante el
aura que exhala quien asume el riesgo vital,
y desear producir sentido, a contrario,
dándoles la espalda
oh sustancial y compleja,
la escritura
firmada en los márgenes,
la fiesta oscura de aún percibir lo bello, lo puro1 o
al menos, creerlo así,
soberanamente
solo la conciencia ardiente de
lo que no puede ser
garantiza la verdad de lo que era2,
el abandono de la Cultura,
de la comunidad, célula a célula, paradójica
felicidad del disidente.
1 La desdicha solo puede ser resuelta en tanto en cuanto el ser desdichado sea aún capaz de percibir lo bello, lo puro y aproximarse a él. De Simone Weil o la restauración del desdichado, de Andrés Barba. Mantenida a raya, la desdicha, más que resuelta, diría yo.
2 Fernando R. De la Flor citando al Giorgio Agamben de Desnudez.