I
Es estúpido decir que lo inorgánico es un refugio de la vida
Y sin embargo no deja de serlo
Como la sombra lo es del sol y
Sin él no existiría
El sonido de los pasos del parque sin la arena
El engaño de la realidad, su fricción te habla
Otra pista falsa, otra ilusión
La música se acerca en oleaje invisible sobre el viento
Y somos peces que viven fuera del agua
Saltando en lo inorgánico y volviendo a caer
Generando ondas de torpe pensamiento
Como sin saber hablar o nacer
Ni tener el valor de Rönne, su inorgánica existencia, su ojo solar,
Pero sí la extrañeza del mundo tangible
Del discurrir insondable de las apariencias
Del caos inordenable del que lo inorgánico
Es el escudo y la espada
el nudo y la sombra
la tinta
II
No dolió a mi cuerpo aquella ficción
Aquel pensamiento frío aparente
en que podía dejar de ser, siendo,
La planitud del devenir inorgánica piedra
Grito sordo de tiempo que se resquebraja
En el blanco papel de cloro
La imaginación es libre, el hombre no
Por eso he muerto tantas veces
Caído como Narciso en la página
Narcosis de quién nada sabe y solo pregunta
Si en el desierto de lo inorgánico está la respuesta
O solo es un paisaje que asoma en la ventana
Cuando la comunicación falla
Y se es extraño para uno mismo y los demás
No tanto para el vacío de los mitos y los símbolos
¿qué decir de lo que acontece?
Si no fuera así, sería distinto ligeramente
Decir no llena un vacío,
Pero lo inorgánico, al menos, no me requiere
¿o tal vez sí?