se desprende la mayor parte
de su cuerpo
y solo queda de él un hilo fino
una línea de vida
que tiembla el abandono
como una aguja
a la espera
de un nuevo engrosamiento
lo caído
sobre el papel blanco o
la luminosa acera
no sabe si es él mismo, o
solo algo que rebosa, la cansera de un picor
quizá el ardor
de su conciencia alterada
aplastado contra ese suelo
blanco en cualquier caso
de su lengua
ahora es un enigma
fijo paralaje
como los ojos de quién no mira
o un olvido descoordenado
entre las hojas de un libro
una voz que insiste
en el espejo
después que él se ha ido:
soy la nueva carne