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nadie conoce

—oh palabra arriada—

En lo más profundo del hecho consumado1
derrengada boca del abandono
el gesto de la carne en el tiempo
el peso como prueba de vida,
como libro abierto como lluvia inocente,
deja ver la palabra
erosionada piel de un alma
azar de los pobres que pisa la calle
lamento mudo del charco
marea de sol que dura un momento
—la luna de espaldas—
los pies fríos, las manos heladas
el pecho abierto a las sombras y las esquinas
y en los ojos un cristal de alabastro
un cristal de venas que prefiere no ver,
el silencio del mundo, su piel huida
el oro vano del ocaso
y el incienso de la memoria escindida
nadie pisa la calle como su boca.

1 del Prefacio de Leopoldo María Panero a Presentación del Superhombre.