modo y manera de la escritura,
pulso alborotado en la sien,
aturdido un niño en la jaula
o pájaro contra al cristal,
no reconozco mi mano izquierda
es el momento de la poesía
el movimiento curvo que le da nombre
el escarabajo azul,
las montañas han muerto
y yacen en brazos de la lluvia
la lúcida pesadilla de la que no despierto
la página donde se dibuja el rencor,
atado está el perro a la palabra
a su lengua áspera que hiere y limpia,
y la campana aún no rompe
la copa vacía de mi mano
la singularidad más pura es la ceniza,
la que nadie entiende
pero que se extiende más allá del papel,
lamiendo el filo
cae a mis pies,
no es un lugar, no reposa,
ni una metáfora espacial,
la singularidad es Una
y cabalga sobre la yegua y el hombre,
penetra su alma
en la barca del viaje a la noche
la poesía es una casa de citas,
un laberinto de espejos
que solo existe para el vuelo,
Juan de la Cruz se ha desbocado
y ha roto sus dientes contra la reja
bajo la mujer desnuda que tiende el cielo,
la lluvia ciega el pozo de su boca
y él escupe su lengua
tirado en el asfalto húmedo de Saint-Denis,
en la saliva de las palabras
espera el ángel de ceniza,
la página le cubre
el perro le huele,
y yo siento su aliento en la mano