Pregunta y serás contestado
cualquier cosa, cualquier idea
sin jerarquías
de improviso, por supuesto, y
donde no lo esperas,
por ejemplo
¿cómo acaba este poema?
y el Libro responde:
…en un mundo abierto
a todas las posibilidades de la seudonímia
—pues dios, la muerte, es la ley y el nombre
obstinadamente en el silencio—
alas de cuervo rompen la mirada
contra el cielo azul y la suerte
o bien
—me pregunto—
¿porqué lleva tanto tiempo esa puerta cerrada?
y al volver a la salida, que ya es el fin,
ahí está
al sentido abierta.
¿Quién es el autor sino
mi propio deseo ignorado por mí
exiliado luego en la página?