nombrar la noche
escrutar la noche, con estos ojos inútiles
mirar el teatro de sombras detenidas,
la luz, persiste
escondida en las pupilas
al fondo del callejón o en los portales,
los árboles
atados como perros a su instinto
aúllan buscando la luz
de la noche
el día cumplido, sin apenas huella
bajo un cielo estrellado
la luna del ebrio, desnuda
como la pupila reflejada, húmeda y frágil
de un desesperado ante el agua,
bajo el sol necio de una farola
mosca de la miel
la noche sin tiempo,
sin testigos, sin moral
la noche sin espera
alarga el sueño de este desahuciado
que mea sobre su nombre
y cree ser un príncipe de la verdad,
un príncipe a la sombra de un palacio
o a los pies de los caballos de piedra
dejando una estela
de condensación y vida
que huye
la sombra de la noche es negra
y actúa sin hablar,
como el pájaro seco del tiempo
contra los ojos invierte el día
y polariza su luz imposible, oscura
su luz detenida
y un círculo de aves paciente, aguarda
como un gran ojo estrellado en el cielo,
abolido su parpadeo,
en la noche del poema
sí,
se retorcía queriendo significar
y queriéndose negar, se abandona
a la suerte