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Juego infantil

—aún la mecha espera la llama.



cada ruego del rosario,
cada piedra, cada esperanza
conducía un coche cuesta arriba o
cuesta abajo de la vega,
nuestros pies airosos pendían
como exvotos de carne, del labio
blanco
de la boca enrejada, de la cripta
aterida de mármol frío

dentro
los misterios colgaban
cabezas y piernas en cera amarilla
como cirios castrados
ninots indultats de dios,
—luminosa carnicería—
la baba que caía, densa se coagulaba
antes de besar el suelo
de la patria

en la noche adivinábamos
colores
mis hermanas y yo sentadas
de los coches oscuros que
iban y venían al juego del deseo,
juego infantil bajo el mantra aciago
de los misterios dolorosos
que el hilo de la vida y el mito
enhebran,
juego adulto bajo las farolas
de mecha sin llama
—el ninot silencioso, reposa—

Era sábado, gozoso
—nos esperaban en casa
huevos fritos con patatas,
para cenar—