El horizonte
ya casi abatido en la verde oscuridad
por encima de la noche
febril umbral que tiembla
cuando el calor se opone al frío,
línea amarga preparada acaso por los dioses
presta al vértigo y la pobreza-
valle abierto en un hilo de agua que brilla
en los ojos despiertos del durmiente
la violencia limitada al olvido y
manchas solares al atardecer en que
los enemigos se detienen
presos de esplendor
lo que resta por vivir
inclinado ante el camino y ya
errante en la bruma de la noche
no es reposo para la cabeza
manantial del sueño
en que el ojo recrea y vive naturaleza
el desesperado calor del horizonte
no
lo que resta es pisar
la frontera
y en equilibrio quedar suspendido
justo antes de morir en la belleza
escrito sobrevolando René Char.