ese enorme vacío que deja dios
ese agujero en el estómago de la página
aquellas palabras cantadas en boca de otros
toda aquella masturbación sin tacto
ese proteico disco solar falso
esa noche en vela sujeto a mi polla como a dios
—más altar que ídolo,
más concepto que carne—
toda aquella textura de sangre
de cánticos negros y hostias en vinagre,
ese vacío enorme lleno de nada
es desequilibrio ahora ante la sima del ser,
un mover las alas que no existen
sabiendo que el único vuelo plausible
espera en el suelo de la caída, su despertar,
y que por miedo o valor imposible
caigo a la página solo, cada día
enmarañado en la simpleza del lenguaje
aterido al amasijo de su estructura
a la compasión de su silencio
al valor de su cobardía,
en este vacío enorme que sería
ausentarse de todo dios y serlo
de todo lo que ya es mi carne
veo su rostro en cualquier parte,
impulso de toda negación y negación
de todo impulso
—si yo soy manzana, dios es gusano,
si yo soy gusano, dios es pescador—
soy la comedia de la carne, imaginación insieme
y llevo su ceniza escrita en la frente,
comedia que se aniquila en un gemido
coartada que es el poema, carne de mi boca
y sangre de dios,
esa obcecación o polución nocturna
en que dios es deseo y negación, y es
el entusiasmo que encuentra quien pronuncia
la niebla babeando sobre la página
¿el vacío?
el vacío es la imagen que dios nos regala
involuntariamente
de sí mismo