sueño y confianza, cadenas de humo
elevan la vida a un principio, lírico
y vagabundo, en este mediodía azul,
poema de esfinge, templo o escorial
esparcido al viento de una determinación
quizá ingenua, o simple ridiculez, velada
flor de la ausencia al final,
negación de la historia
peso de la palabra
fragmentos ebrios de soledad
—desafiante indicio del ser—
la expresión sonora
de la que brota un diente de frío y miel
lo inmóvil sobre la página
el cuerpo sobre la página
el puñal en el pecho y la frente enrojecida
antaño dios de la naturaleza
no existe el tiempo ya
no existe el movimiento ya
y las palabras, indolentes
brotan lo que pueden en su vaguedad
el espíritu no está al servicio de la vida
—dijo Gottfried (dios-paz, sic),
y sin duda existen cosas más antiguas que la sangre,
—añadió también,
cosas que viven bajo la mancha del hombre
cosas que la vida no enturbia
y en el poema mueren
como partículas o moscas adolescentes
cansadas de vagar