Solo el lenguaje inyecta valor a la forma
avanzando inexorablemente al corazón de los seres
en un recorrido de tierra quemada
en que la forma desaparece
perdida en el código
simplemente, el vacío del contenido es
la orden que desearíamos para poder entender
todas las formas posibles de la poesía
por la violencia oscura del poema aún no escrito
por el deseo vital de ganar peso en el terreno
creamos conciencia en la figura
atándole la palabra como a un perro
rescatado del abismo
un perro que mira al mundo con melancolía,
haciéndole brotar de la coherencia de la tierra, latido
en la viva palabra el vago poema
es una visita turística a las ruinas de Tikal y Atenas
y a todos los despojos que no encontraron
conjunción copulativa o diccionario abierto,
evocación casi obsesiva de lo que no puede ser
dicho
excedente es la palabra, chispas por
doquier detrito
densidad de un enigma
inscrito en la piel que ya murió hace tiempo
queda
el nombre que el poema le dio para domesticarlo
como recuerdo desesperado de su existencia, no de
su fidelidad.
escrito a partir de intentar comprender el texto Entre el enigma y la representación, de Annie Le Brun, del catálogo Locus Solus. Impresiones de Raymond Roussel.