a Séraphine Louis 1
I
el suelo2 es el plano del nacimiento,
nada sería posible sin él
a cuatro patas
limpias el suelo de tiempo
y buscas en él la solución,
en su horizonte,
embarrándote y olisqueando
hasta darte de cabeza con el árbol
es enorme desde el suelo
acogedor y terrible
incomprensible dios de tallo y hoja,
tus manos lo desean,
su altura está en tu cabeza
divina materia de la creación
nada sabes de los espejos
pero la sangre del animal
y la cera que arde para dios
son ciertas,
y con pintura blanca el burgués
limpia de pecado su habitación,
y tú escribes en el suelo detrás de él
siempre el suelo en el límite,
atravesado solo por el árbol y los muertos,
el suelo donde tu mano obra
la brujería de la visión
no es el espejo que te exigen lustrar,
es saber sin saber anterior,
sentido de la vida radiante
que cuando el canto termine
será una rama dorada Séraphine
solo entonces te elevarás
sobre tu carne y tus huesos,
cara a cara con la creación
bajo el sol y el fruto virgen
de la locura
II
un dios espléndido
de tallo ardiente y hoja dorada,
una hoguera de placer
para morir en vida
como los brazos del sol y
sus pequeñas manos,
pero hacia arriba
cada uno de los azulejos hexagonales,
de las piedras del muro antiguo,
de las sillas vacías en la iglesia,
de los hilos trenzados del tejido
las migas caídas del pan
orden color oración
todo el fuego negado a la vida,
la sangre de una virgen despatarrada
pariendo entre velas y manzanas
una noche que canta
los ojos descansan,
el centro está fuera,
lo irradiante es la vida
detrás de la mirada
y el árbol sigue ahí, y seguirá,
ardiendo
la vida es la que te escupe y devora,
la vida es
dios en los dedos,
escarbando en el suelo negro de la locura
1 a propósito de Séraphine Louis. El árbol de la vida es el título de esta pintura suya de 1928.
2 aquí refiero suelo en el sentido más amplio del inglés soil, suciedad, mancha, suelo vegetal, tierra. Ese lugar de cuya corrupción nace la vida y al que vuelve en la muerte.