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droga dura es la palabra

droga dura es la palabra
que no se nombra en el espejo, y mi boca dice,
y dice,
y escribe fascinada la mano
que se corre escribiendo
como una modelo ante la cámara
chorrea
flujo de ilegibles palabras, líquidas
pastosas como la miel,
la palabra quema mis muslos,
como cilicio de monja caliente
cercando el deseo
que desvirga la blanca flor del papel,
que no significa nada más
que la fantasía o la posibilidad;
sin embargo, hay que echarla, excretarla
—semen retendum venenum est—

y la palabra se abalanza
insignificante y cargada de vida
y el lagarto de mi mano trabaja en sueños su cuerpo
y escribe con baba de anciano y perro
el nombre de su infancia enterrada
y olvida sobre la piedra su ser,
que droga dura es la palabra
y mi boca chupando su coño,
mamando la vida en su coño,
el jugo esencial de la imaginación
se esparce por el papel como lava
que no espejo ni cristal
sino conflicto inevitable que cierra mis ojos
y deja su escoria en la página, ceniza
al viento del deseo que siempre vuelve
paraíso al fantasma,
hasta desaparecer