Cuando ya te olvides de ti mismo, y empieces a
formar parte del Libro y seas
una imagen bajo el agua, o de la tierra o el fuego
y esas plantas que tanto amaste, esas plantas que
el río mesaba en la película, sean entonces
adheridos cabellos a la blanca piedra de tu cráneo
¿cuántas manos acariciarán tu mineral presencia,
cuántas enredarán tu lacio pelo en su iluso cuello
abocados al suicida narciso
en un momento perdido de melancolía y espectro
cuántas escribirán su reflejo en el agua de un lento
destino manifiesto que
no es más que
la muerte en el poema?