corcel de lo invisible
sujeto de lo invisible
montado cabalgado
en torneo o batalla de otro,
ausente de mí mismo
dejé de cantar y fui cantado
inspirado o expirado
en el método de invisibilidad
soy el hombre invisible que podéis ver
el pozo me absorbe y el pozo soy yo
no puedo más que depender de este cuerpo,
sin él no podría escribir,
el cuerpo es mi puchero
el cuerpo es mi plomo
y la palabra es una pluma
y el poema una escalera
por la que ruedo sin dolor
romper la alambrada con los dientes,
el teatro de la vida,
con la voz de la pluma
dejar mi cuerpo ahí, abandonado
a los coyotes, carne mechada,
la voz salva sin rasguños la alambrada
y apunta a un infinito
que se me escapa,
cambiante como la luz, como un reflejo
el poder de lo absoluto
habita en su interior
como el pensamiento de un feto
sujeto de lo invisible
tan lejos del plomo del cuerpo
tan cerca de la pluma negra del pájaro,
que muere y cae
pisoteado por los caballos
o desgarrado en la alambrada
o alienado en el trabajo
acorde invisible
la claridad no es tu apellido,
tampoco el mío,
quizá el nombre, la palabra
que da cuerpo a la voz
sea tu sangre, movimiento o
manos en el aire
queriendo atrapar la flor
la idea, la pluma,
la debilidad de la palabra
queriendo alambrar el infinito
la práctica del gozo ante la muerte
todo lo que desaparece antes de morir
como un estallido en el cielo
un relámpago mudo, una bola de fuego,
nada espero de ti
—miento—,
voy por necesidad a tus pies
y soplo tus cenizas,
avivo tu muerte porque es mi vida