la noche me lo susurra
al límite del lenguaje,
estoy en el camino
con los invisibles y la piedra
en la hierba que lo guarda y amanece
soy un aborto que mira
con la boca abierta
el fin del camino,
los girasoles doblegados
divinas palabras de arena
que el viento escribe,
que caminan,
que hablan a mi íntimo pudor
con preguntas
el rostro del poema en cada piedra,
adorador del sol,
quemado en su desprendimiento
en su caída,
yo soy la comunión
de su palabra en el barro,
sigo la huella del ciervo al atardecer
sereno como un animal
para saciar la noche y el olvido