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Complicidad de un pensamiento


el polvo mágico que necesitaba
de la complicadad de un pensamiento1




segunda versión del poema


Ante la hora, el tiempo detenido,
nada tras el espejo:
    lo escrito semeja un cementerio en que habitar.

Nada enciende el grito ni inflama el cielo de mi avidez
mas, alguna esquirla de texto se clava en este panteón:
aletean       volubles       promesas.

             Un lenguaje tornasolado se
impone, más pronto que tarde,
con la dulce oscilación de una llama:
el lenguaje de la noche, murmullo ronco o
siseo, como un maleficio abrasa esta aséptica oscuridad.

Un experimento en aparente soledad
—el texto crujiendo en los mármoles—
                 Nieva suavemente.

Una fina capa encarna la piedra blanca,
la enciende
para mi mano, para mi cuerpo presente
soplado por la bruja de la manzana que
asusta a los niños.
       Blancos los hilos2, abocados al tanteo,
se enredan sobre el color que amanece
como inútiles nombres, cifras y moscas,
vanamente un domingo cualquiera en que anide
              este pulso en mis sienes.

Hace tiempo que fue la hora,
—adolecente como el reflejo—.
Se deshaga pues, y cree, el poema:    jamás del vacío
nació nada:
       siempre hay alguien en el fluido mercurio
de la llama, que balbucea.      Yo beso su boca.

Oh dejadme besar este humo que se deshace3 y toca.




primera versión del poema



Ante el tiempo veo la hora y
no hay nadie tras el espejo,
la habitación es una mina en que especular.

Nadie enciende el grito ni cruza el cielo
pero el soplo del texto se enreda en los labios:
inútiles nombres parecen aletear.
      Un lenguaje tornasolado se impone
más pronto que tarde
con la dulce inexactitud de una llama.
El lenguaje de la noche, de pronto voz ronca o
siseo, que como un maleficio
             abrasa el oscuridad.

Un experimento a solas
—el texto crujiendo en los cristales—
y en el espejo ciego, silencioso, nieva suavemente.

Y una fina capa de nieve deja blanca la hoja para
mi mano, para mi cuerpo entero
soplado por el demonio de la manzana que
asusta a los niños.
      Azules las telas, destinadas al tanteo,
se pierden en el horizonte
como inútiles nombres y cifras y escamas,
vanamente, un domingo cualquiera
en que anide este abandono sobre la página.

Hace tiempo que fue la hora
y no hay nadie, sin embargo, tras el espejo.
  Se deshaga y cree el poema. Jamás de la nada.

Escribí la segunda versión habiendo olvidado que había escrito la primera. Entiendo que la escribí sobre ella, como se sigue trabajando sobre un boceto. Solo recuperé la primera cuando el programa me dijo si quería sobrescribir el archivo del mismo nombre. No hubiera escrito la segunda si hubiera sido consciente de la escritura de la primera, lo cual da mucho qué pensar.

1 de Unas palabras para Peter Pan. Y siguiendo el poemario al que pertenece, Tarzán traicionado, de Leopoldo María Panero.
2 Los hilos aleatorios sobre el lienzo son los de Trois stoppages-ètalon, de Duchamp (1913): tres hilos de un metro dejados caer sobre un lienzo azul, dejando de ser un metro y convirtiéndose en una nueva media estándar.
3 de 20.000 leguas de viaje submarino, de Leopoldo María Panero.