Al Prólogo, reconocimiento, de La herida
del silencio, escrito por Félix J. Caballero
a la memoria de Leopoldo María Panero
I
ceremonia del poema
mármol frío y café solo
mano ávida de humo, veta-flor
que la geología dispone
el vuelo de la letra negra
olisqueando el sexo blanco
la pulpa fiel de ese árbol
del recuerdo, de la admiración
imposible espejo
fiel de la locura, balanza
donde boquea el rey solo,
el pastor que amajada
los versos contra la herida
del horizonte
II
ceremonia del poema
delicadezas del afecto
fruto visible, mancha clara
que denuncia en mí
el caudal inagotable de su boca,
el mar a viva voz
cubre de sal la hoja
junto a una silla de metal
y una mesa de piedra,
insolencia de la muerte,
quizá
III
ceremonia del poema
la marea llega lejana
a fundirse en mi frente,
desde el vacilante comienzo
al cegador final
en la orilla de la página,
donde acaban mano y ojo,
y caen
donde el mundo empieza:
el abismo en que se derrama
la flor de la soledad
bajo la sombra de su árbol,
erguido sin querer
IV
el oleaje arrastra su boca a mi lado
y en la playa aparece su rostro
escrito en la arena,
arrodillado