—y el fantasma se hará carne,
y será un cuerpo celeste
¿cómo puede hablarse de tres años
que llevan los seres humanos de la Cañada Real
sin suministro eléctrico, padeciendo
un sufrimiento físico y psíquico sin nombre,
y pasar a otro tema –a cualquier otro tema–
en la radio nacional,
y no dejar un vacío enorme,
un agujero de indignidad semejante a
un campo de concentración, o Hiroshima,
en la cabeza de esta democracia mezquina
que patina en su propia baba?
¿cómo puede hablarse de esto
y seguir con los estrenos de la semana,
la política de la semana,
el fútbol de la semana
la economía de la semana,
la cultura de la semana?
en algún momento llamé a esa rejilla,
que es la rejilla de nuestras conversaciones,
palimpsesto fascista,
porque reunía la ciudad devastada en guerra
con el torero de moda y su sacrificial talega
y la ficción de la pasarela del lujo en Milán,
—sin puntos y aparte—
en el sumario del dominical
progresista
¿cómo puedo hablar!
¿cómo puedo escribir!
el dolor y la muerte de otros nos conviene,
nos mantiene ahítos, sumisos en jaula,
hipócritas,
patinando la fría noche de la conciencia,
el abismo sin nombre
¿cómo podemos votar!
¿sabes qué viene ahora?
democracia, ¡dime tú!
que tu asquerosa boca me vomite encima,
una vez más