avanzan en la noche
eterna de su interior
acolchado escai de familia
camino de la fiesta
de dios
lamen el asfalto ojos tristes
sin más razón
que el sulfuro
y sus manos ausentes
son y no son
y pudiendo ser no son nada
más que
absurdas figuras colgadas
en el vacío del consumo
en el eco de la tradición
—a esta asquerosa palabra siempre le ha sobrado la d—
avanzan en la noche como el cristo
sangrante de madera dignidad del opio
entre los dedos
la fantasía
como agua feliz se escurre
un cristal templado separa la muerte,
y ese perfume a flores
secas
y el gasoil
de sus venas
y esa noche eterna
del alba
esa potencia capada, bloom de los días felices
y el asesino,
que espera con las manos ausentes
dejando en la noche su respiración cortada,
besa sus sienes
y bendice sus almas