volver arriba
Volver a Textos

Cabalgar hacia el ocaso


a la memoria de Antonio Blanco



A solas
como en tantas revistas
los cuerpos couché,
a solas los versos,
negando al sol, el brillo…

           no he guardado un diario
de mi extraña juventud a solas,
ni objetos de culto
diosas de papel —Bo, Suzie— o agitada cartelería
—бей фашистского гада! 1, justo bajo el Che—
quizá sí anillos
       no hay ciudades, digamos, apenas
calles sin alegría o algún portal
en que sostener mi pretérita mirada,
en que intuirme como en un libro o
reconocer mi voz
            alguna vez he pensado
si habré existido, o si
en realidad, nazco a cada instante
para morir después
—eres tan ligera, vida insignificante— de extrema
colisión:
       el lapso se alía a mi rosa que escribe
cavando a mis pies una página,
porque
hay tanto horizonte olvidado en el lejano paisaje,
tanto espejismo de gloria y orgullo,
tanta flor desahuciada en el desierto de la palabra
que
cabalgar hacia el ocaso2 en el reflejo brillante del papel
de un caramelo y, acaso
escupir a mis pies una estrella,
ya no erecta, ni polar, siquiera errante,
quizá solo un poema que no conocerá a sus padres,
me parece el viento en suspenso destino.

1 rus.:. ¡Aplasta al bicho fascista!
2 del poema Propósito, de Antonio Blanco.