las ramas trepan hasta tu balcón
agarrándose a los ladrillos y barrotes,
las ramas son mi lengua muerta, mis palabras,
las manos que escondo en los bolsillos
los sueños que olvidé
desde aquí abajo, entre la maleza
mi boca seca te mira,
los caracoles chupan mis ojos
rodaron por el suelo
y se perdieron entre las hojas,
por eso te miro con la boca abierta
mientras retrocedo
siento mi aliento en la mano
y la vegetación me ensombrece y devora
la saliva me enturbia la vista
tu rostro viene de un desierto
un oasis tiembla sobre el horizonte,
tu rostro, tu cabeza
es un magma que se retuerce
que no acaba de tener forma
igual que no acabas de tener nombre
todo lo supongo, como la vida
se arrastra bajo tierra en el cementerio,
tu cuerpo es blanco como un hueso de sol
alimenta, ciega y mata,
dentro está nevando
con las piedras que tiré a tu balcón
han hecho una muralla
y han dejado una hornacina, blanca,
vacía,
donde solo las flores secas sobreviven
y me doy a la contemplación ciega
mi boca no comprende bien este espacio