cada noche salgo en tu busca
y en el camino
embarro el bosque con mis palabras,
un eterno círculo diario
en el suelo de las hormigas,
de gotas como burbujas
de ruidos como lenguas
que caen en la tierra húmeda
doblegada por las raíces,
veo tu escritura en los troncos y
respiro con dificultad
las semillas giran y a veces
nace un gigante,
un murciélago enorme
como El Colgado, de noche,
el mundo al revés
maravilloso y alegre,
el mismo malentendido de antaño
la misma soledad
se acerca de forma sinuosa
es el momento de huir, debería,
otro animal estaría atrapado
pero la oscuridad es mi aliado
y aparezco entre las sombras
entre la escoria de mis orígenes,
y entre las hojas secas muerde mi cuello,
acepto su saliva,
acepto su beso
su resplandor es una advertencia,
una espléndida cicatriz de luz,
viento solar arremolinando semillas
que pudrirán de alimento el suelo,
es una herida como un río
la sangre verde en mi cuerpo,
los primeros exploradores oyeron gritos
demonios en mitad de la noche,
era el poema bajo sus botas
llevo en una bolsa las semillas
y algunos me miran mal,
no entienden que cada caída es una historia,
un hilo,
una fecundación,
no vivo en el lado de acá
mas que para prostituirme y
la deriva de los continentes no me preocupa
nado a ciegas hacia un altar
donde encontrarte desnuda, en un claro,
abierta a todo y a la nada,
alucinación de un bosque lluvioso,
mi cabeza entre tus piernas
soy dios
soy un demonio que habla por otro