Se trata de una vieja herida, abierta nacida
de otra llaga madre
alumbramiento,
y el blanco fulgor de un ventanal quemando
mis párpados sellados, azulejos
y las voces y mi llanto,
y los ecos
aquellos ojos y manos del mundo sobre lo que debió ser
mi cuerpo inútil,
mi pequeño país
se trata de aquella herida de nombre y datos ya formulados
y la experiencia cebándome hígado de pato
ahogando
anunciando un ser penado a un alto arrebato
en la deriva ventana de la vida
mosca de dura cabeza
se trata de enjugar la herida
en la distancia de los espejos,
escribir en su vaho o línea de agua con el dedo
escribir en su aire o su memoria
para imitar lo que ya leí en la luz del ventanal,
umbral puro y ausente
cualquier otro latido cotidiano
cualquier inhalación o sudor, todo eso que es involuntario
desde aquel amanecer forzado a
la noche oscura del día.
Abdico en mi mano
todo mi poder ser, sin hacer carrera del dolor
—la única función del dolor es dilatar el espíritu crítico—.
Ironía en la condena, oh sarcasmo.