NO HAY OTRA COMUNIÓN
Un nombre y la apariencia de un cuerpo
imaginada en la concreta piedra
borrando sus huellas
largamente devorado por sistema
la insignificancia llamada vida
como Gulliver clavado por medio de estacas
que dan al sueño, perlas
dejadme descansar en este silencioso rostro que nada exige
me perderé en un laberinto de gusanos
guiado solo por la sombra
y esa mudez en los ojos
la derrota triunfante en que yo existo
en este crepúsculo en que el amor empieza
para rescatar la vida y restaurar a los hombres
sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
no hay otra comunión
Todos estos versos han sido robados de poemas al azar de Leopoldo María Panero. Al buscar, pasando hojas, inexcusablemente me fijé en versos que se adaptaban bien o hablaban el mismo lenguaje y sentido que yo necesitaba. Curiosamente, la idea de Gulliver atado ya estaba en mi mente.