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La trama

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LA TRAMA



siempre estuve perdido, o no,
es lo mismo,
en tu interminable laberinto de seda,
dando puntadas de ciego
anduve loco de cordura
arrastrándome por su tierra
mirando de cerca su trama
oliendo tus entresijos
metiendo los dedos entre sus piernas
abiertas tus líneas,
mientras un perro cruzaba la calle
todo se descomponía

la seda que prometía mi ojo era artificio,
tu piel, tus días, el tejido que te conforma,
el papel en que se refugia,
la palabra,
todo es nada y lo mismo
un laberinto ortogonal elástico,
rejilla de una pantalla demoníaca que cree ser
—dios está pixelado, yo lo he visto—
y en esa trama he escuchado la música,
la música monótona de un bajo obstinado,
ruido blanco
que ordena mi deseo, tu hora y el teatro social
de este ajedrez de peones descabezados

la legislación me corroe,
regula mi sangre con tuberías de plomo
y vago por las calles ordenadas y leo sus nombres claros,
las tipografías y las ilustraciones,
miro las baldosas, los semáforos,
el reloj de la torre
y la aplicación para fichar en el trabajo

como ese perro que cruza la calle y mea en un portal,
con esos ojos de ratón culpable,
estoy perdido o no donde no debo,
donde es imposible el desvío,
donde, pensando en tu cuerpo y su distancia,
llegué a la monotonía de todo,
al abismo de no encontrar nada
y al placer onanista de estas palabras inútiles
que mueren en el papel
una vida que es mía, o no