SANTUARIO
Por estas palabras he llegado a tu piel
seca y fibrosa de papel abierto
y ya no más blanco.
Una experiencia áurea de tesoro reproducido,
con detalle, pero superficie.
Legible y con carácter exclusivo,
cierta distancia que no cansa recorrer.
Pero casi antes, la piel de tu mano,
espacial y con terreno,
tiempo confuso de fronteras.
Dobleces… sienas, carne vacilante,
hoja guardada junto a otra,
en una oscuridad que ya amanece.
Luz íntima confinada a un movimiento de la espalda.
En este pliegue iluminado arde el papel
y las palabras se confunden con las cenizas,
próximas como mi aliento.