LA SANGRE INSOLITA
La sangre insólita, fuera de lugar,
eco de la tinta negra de las palabras,
¿qué quiere decir?
Asintáctica, corre entre los renglones
de un discurso ya inaudito.
Explota sin tiempo, desbordada,
como el grito seco en la loma,
todo a la vez y nada,
sin jerarquía, sin direccion.
Al cerrar los ojos y callar,
conecto con su simetría,
radial como una gota de leche
reventando, dulce, en el acero.
En ese ciego tránsito de yema rota,
lejos del cuerpo y la gravedad,
no advertí la existencia,
no sentí el dolor;
yo era la llaga
y el libro desnudo, recostado,
disolvía las palabras entre las hojas.
Saqué de la biblioteca pública Madame Edwarda, de Georges Bataille. Según iba leyendo, abría bien la páginas empujando con el dedo índice su medianil. En una de esas transiciones sentí algo en la yema del dedo y rápidamente vi que me había cortado con la hojita de metal que llevaba para su bloqueo y desbloqueo por el servicio de préstamo de la biblioteca.