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La risa que holla

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LA RISA QUE HOLLA1



El huevo esperaba su cabeza en la escalera;
las sillas derrengaban las patas por sus nalgas;
su infancia ahorcajada anhelaba la baranda;
la basura ordenada gritaba su escombro.


los vitrales supuraban plomo al trasluz;
los tambores del fuste rechinaban marrano;
se tensaba el nervio espantando aves;
los plementos miraban el suelo con deseo.


los peldaños se perdían soñando un sacro;
rebotando sus pechos los arcos se doblaban;
las losas cimbreaban polvo por tejido;
las ojivas repudiaban el cielo de los justos.


En el suelo, Simone, indolente a la bulla,
frotaba sus rodillas como piedras de fuego;
sus dientes calados de palabras aguadas;
su boca negra abierta sin lengua ni clave.


1 hollar: comprimir algo con los pies. Abatir, humillar, despreciar._DRAE.

"–Es interesante -nos dijo un día, señalando una iglesia–, ésta es la iglesia de Don Juan.
–¿Y qué? –preguntó Simone.
–¿Quieres entrar sola en la iglesia? –propuso Sir Edmond.
–¡Qué idea!
Absurda o no la idea, Simone entró, y nosotros esperamos en la puerta.
Cuando regresó, nos dejó atónitos: reía a carcajadas, incapaz de hablar. Llevado por el contagio y el sol, me puse a reír yo también y, por fin, acabó haciéndolo incluso Sir Edmond.
–Bloody girl! –exclamó el inglés–. ¿No puedes explicarnos? ¿Nos reímos sobre la tumba de Don Juan?
Y, riendo más y más, señaló bajo nuestro pies una gran lápida de cobre; recubría la tumba del fundador de la iglesia quien, según decían, había sido Don Juan. Arrepentido, éste quiso que se le enterrara bajo la puerta de entrada, con el fin de ser hollado por los pies de los seres más bajos.
Se multiplicaron nuestras risas desatadas. Al reírse, Simone se meaba a lo largo de sus piernas: un hilillo de orina se deslizó sobre la lápida.
El incidente tuvo otro efecto: al mojarse, la tela del traje, pegado al cuerpo, su puso transparente; poniendo en evidencia la vulva negra.
Simone se calmó al fin.
–Entro para secarme -dijo."

Escena de Historia del Ojo. Georges Bataille


"Lo más penoso empezó cuando tan solo las prohibiciones relativas a las circunstancias de la desaparición del ser quedaron marcadas por un aspecto grave, mientras aquellas relativas a las circunstancias de la aparición –toda la actividad genética– fueron tomadas a la ligera. No voy a protestar contra la tendencia profunda del gran número: es la expresión de un destino que quiso que el hombre se riera de sus órganos reproductores. Pero esa risa, que acusa la oposición del placer y del dolor (el dolor y la muerte son dignos de respeto, mientras que el placer es irrisorio, destinado al desprecio), determina también su parentesco fundamental. La risa deja de ser respetuosa, y es el signo del horror. La risa es la actitud de compromiso que adopta el hombre en presencia de un aspecto que le repugna, cuando ese aspecto no parece grave. Asimismo, el erotismo, considerado con gravedad, trágicamente, lo trastoca todo."
Del prefacio a Madame Edwarda. Georges Bataille.