EL OJO HUMEDO1
Mi ojo lubricado te explora, barre tu imagen,
pero esa mirada dilata la película lagrimal,
como en un día de verano el sol el sudor,
y levemente veo tu esquema:
estás en el fondo de un lago vertical que apenas cubre
y, sin embargo, te trastorna ondulándote.
Tu ojo húmedo se duplica en el mío,
y me penetra tu imagen mental, emulsionada.
Esta comunicación es líquida,
inabarcable para las manos o las palabras (sic).
Desborda el cauce de los labios y la cultura
y me ofrece una existencia puramente inmaterial,
un sinsentido del cuerpo,
un espejo bajo el agua, sin azogue,
un pestañeo eterno, suspendido.
En ese desierto líquido las líneas no son precisas,
no hay resolución posible cuando no hay referencia,
solo queda el balbuceo del trazo y la mancha,
la sintonía bruta.
Necesito el ojo para verte y apenas te veo.
Solo me queda la mirada.