MADRE E HIJA
Si le doy tiempo, me atrapa,
y en la cadena no soy más que ojo cautivo,
atemporal,
elemento o pieza sin nombre.
Un bucle ortogonal, una red luminosa,
un placer instantáneo de perro,
lo elemental,
la vida de las moscas.
Más allá solo está la mano
que sostiene el espejo frente a mi ojo,
preñándome de lo mismo que disfruta el gusano,
olvido y fin.
En esa pantalla aprendo a no ser yo.