DANAE, SEGÚN TIZIANO1
Pupe y el rosario de tres cabos,
un rezo ordenado
en la lengua de su pensamiento,
difunde las palabras un cable inconexo,
bit a bit,
mordido y chupado,
y cada sílaba, mirada de cerca,
no es más que sonido de charco.
Hay también,
en el giro imposible de sus labios,
un comienzo y un eco de hélice,
un traslado.
Las manos ausentes se tocan,
las cuentas hablan, deletrean,
y Pupe se pierde en el cálculo
mientras el cabo suelto olvida su hilo,
perder la forma,
disolverse...
Dejo la imaginación fuera,
el encuentro será inevitable.
No hay otro lado.
1 La Danae, de Tiziano, me recordó muy claramente a la Olimpia, de Manet, lo cual me condujo a pensar que aquella también era una escena de prostitución, con el oro como pago.
Por otro lado, fascinado con un fotograma de Romy Schneider de la película Il lavoro, de Luchino Visconti (película que no había visto y en la que su personaje, Pupe, quiere cobrar a su marido por sus relaciones sexuales enfadada por las visitas de aquel a prostitutas), divagué "reconstruir" la imagen.
Apareció la idea del teléfono erótico, del pago por el placer a distancia. El cordón del teléfono devino collar de perlas negras, y la escena una reinterpretación del mito de Danae. El pago, aquí, será a distancia, como el tacto y el orgasmo.