PARENTESIS
La ropa que encierra el cuerpo lo fragmenta, creando barreras, fronteras, límites, actuando como el ojo que repasa ese cuerpo, que solo intuye una totalidad —borrosa— mediante la unión de los detalles mirados.
En el cuerpo, los fragmentos que llaman mi atención tienen acento, y en el paréntesis de la mirada que los separa, el sentido se diluye creando una emoción pura, aislada del resto de la oración, algo que ya no es ni materia ni pensamiento.
El video –su pausa– y la posterior fotografía de la pantalla, son un paréntesis –o la suma de dos–, la detención artificial del movimiento de la vida del sujeto y su transformación en objeto, una falsa muerte o fingido éxtasis, mayor al ser doble la reproducción y, por tanto, el abismo.
La distancia se une a este juego perverso y, más allá del ensimismamiento, habla de la representación, de la mentira de la imagen, de la captura imposible del fantasma, del placer escópico de lo que escapa, finalmente, de la soledad.